Las personas con espiritualidad tienen luz en sus ojos. Esta luz es una radiancia divina. Los ojos no son turbios, portan energía positiva. Cuanto más tranquilo sea una persona, más energía espiritual obtendrá; cuanto más tranquilo, más claro; cuanto más claro, más brillante. Cuando te conviertes en observador y receptor, la tranquilidad es una gran fuente de energía, y toda la hermosa energía se absorberá en ti. Amarte a ti mismo no es solo comprarte cosas ricas y ropa bonita, sino también tomarte el tiempo para preguntarte: ¿Qué te pasa, por qué no eres feliz? Cuando una persona realmente va a tener buena fortuna, su estado mental debe ser cada vez más tranquilo, sereno y sin preocuparse por el éxito o el fracaso. Precisamente por esta serenidad y placidez, puedes desplegar todo tu potencial y fortuna, y al final, sin esfuerzo, lograr grandes cosas. Este mundo y todo lo que contiene está formado por millones de causas y condiciones; lo que se ve y se escucha en un momento dado desaparecerá con el tiempo. No tomarse las cosas demasiado en serio y no apegarse a ellas es el núcleo de la humildad.
Con humildad, hay conciencia de la experiencia, se aborda todo con tranquilidad, como el viento que va y viene, dejando no rastro, sin asustarse por la fama o la deshonra, sin temor a las pérdidas o ganancias. Las personas con un alto campo magnético espiritual al conversar son extremadamente precisas, poderosas y profundas en su discurso, no generan la sensación de hablar de manera incoherente o de expresar ideas de forma confusa y sin claridad, cada intercambio es un intercambio de energía. Las personas con un campo limpio valoran las palabras, no desperdician la energía. Solo al controlar lo que dices, es menos probable que generes enemigos, podrás calmarte para trabajar y atraer a personas que realmente están haciendo cosas en la misma frecuencia. Al relacionarte con otros, nunca despiertes en ellos celos hacia ti. El silencio es en realidad una rareza digna, no es debilidad, sino una manifestación de sabiduría; no es indiferencia, sino un ejercicio del alma. Un corazón amplio como el mar, deja ir el pasado y contiene el futuro.
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Las personas con espiritualidad tienen luz en sus ojos. Esta luz es una radiancia divina. Los ojos no son turbios, portan energía positiva. Cuanto más tranquilo sea una persona, más energía espiritual obtendrá; cuanto más tranquilo, más claro; cuanto más claro, más brillante. Cuando te conviertes en observador y receptor, la tranquilidad es una gran fuente de energía, y toda la hermosa energía se absorberá en ti. Amarte a ti mismo no es solo comprarte cosas ricas y ropa bonita, sino también tomarte el tiempo para preguntarte: ¿Qué te pasa, por qué no eres feliz? Cuando una persona realmente va a tener buena fortuna, su estado mental debe ser cada vez más tranquilo, sereno y sin preocuparse por el éxito o el fracaso. Precisamente por esta serenidad y placidez, puedes desplegar todo tu potencial y fortuna, y al final, sin esfuerzo, lograr grandes cosas. Este mundo y todo lo que contiene está formado por millones de causas y condiciones; lo que se ve y se escucha en un momento dado desaparecerá con el tiempo. No tomarse las cosas demasiado en serio y no apegarse a ellas es el núcleo de la humildad.
Con humildad, hay conciencia de la experiencia, se aborda todo con tranquilidad, como el viento que va y viene, dejando no rastro, sin asustarse por la fama o la deshonra, sin temor a las pérdidas o ganancias. Las personas con un alto campo magnético espiritual al conversar son extremadamente precisas, poderosas y profundas en su discurso, no generan la sensación de hablar de manera incoherente o de expresar ideas de forma confusa y sin claridad, cada intercambio es un intercambio de energía. Las personas con un campo limpio valoran las palabras, no desperdician la energía. Solo al controlar lo que dices, es menos probable que generes enemigos, podrás calmarte para trabajar y atraer a personas que realmente están haciendo cosas en la misma frecuencia. Al relacionarte con otros, nunca despiertes en ellos celos hacia ti. El silencio es en realidad una rareza digna, no es debilidad, sino una manifestación de sabiduría; no es indiferencia, sino un ejercicio del alma. Un corazón amplio como el mar, deja ir el pasado y contiene el futuro.